Los secretos de la calle de la Sangre
Cada momento tiene su secreto en la calle de la Sangre, son
secretos que se esconden en los corazones de las personas, que se esparcen por
los rincones, que anidan en los hogares de cada familia, en la inquietud de una
alcoba, de una cuadra o en el sigilo de las noche cerradas que acompañan a los recuerdos
cadalseños.
Cuentan que hace muchos siglos, en la calle del Cuerno
existían tres carnicerías, una musulmana, otra judía y una cristiana, todas
convivían en perfecta armonía, todos eran cadalseños y nunca hubo ningún
problema entre ellos. Ocurría que cada vez que alguno de ellos mataba un animal
para su posterior venta, lo hacía allí mismo y limpiaba la carne en un pequeño
arroyo que descendía Corredera abajo, este arroyo bajaba hasta la calle de la
Sangre y por el callejón de la Sangre se dirigía fuera del pueblo para unirse a
otro arroyo que a su vez lo hacía al de Tabalón, hoy conocido como Molinillo. Aquellas
reses se desangraban junto al arroyo, entonces no existía la Corredera, y como
consecuencia de ello, el arroyo se teñía de rojo por la sangre vertida, inundando
la calle de sangre y agua, motivo por el que a la calle la llamaron “de la
Sangre”.
Esta historia es muy antigua, hace tiempo que ya no ocurre, así
me la contaron y así la cuento, pero lo que hoy viene al Zorro es algo que
todavía sucede en la calle de la Sangre, no sé por cuánto tiempo ni con cuales
personas, aunque esto que importa.
En realidad, la calle de la Sangre contiene muchos secretos,
algunos duermen en la penumbra del tiempo, como también lo hacen algunos
objetos que reposan diseminados en el desorden del abandono, en el silencioso
sigilo al que la soledad les ha condenado.
Todo aquí se encuentra en el vacío donde ya no queda nadie, donde
la ausencia absoluta de cualquier ser o persona han condenada la escalera que
en otro tiempo comunicaba con los secretos de alcoba, con las noches
estrelladas del verano cadalseño y con los fríos amaneceres invernales cargados
de nieve y envueltos en la niebla.
Una bombilla desnuda, una puerta cuyo quicio está exento de bisagras, para qué si
tampoco hay hoja, delatan a través del calor y el humo que se percibe en la
atmósfera cerrada que al otro lado no hay ausencia. Al encaminarme hacia ese
quicio abierto al mundo, un aroma inunda mis sentidos, es algo que dejó de
existir en la vida, algo que ya no pertenece a nada ni a nadie.
Decir que aquella cuadra no estaba vacía podría ser tan
incierto como que la memoria ya no recuerda escenas como esta, pero a pesar de
la antigüedad este reducto del olvido estaba habitado, aunque no sabría decir
en cuánto tiempo se convertirá en un estercolero de la memoria.
Los secretos de la cuadra siguen estando guardados por una borrica blanca que subsiste al margen de la vida doméstica, de esa vida tan cotidiana de apenas unos pocos lustros atrás, que hoy la mantiene relegada a la indolencia de lo incomodo y maloliente, a la vergüenza de la suciedad y hasta casi lo prohibido.
Los secretos poseen la antigüedad de las personas que los
mantienen, personajes incomprendidos y escenas incomprensibles que nadie
entiende, pero que se niegan a marchar y mucho más a cambiar, porque la imagen
que describen es cabal para el escenario que nos ocupa. No podemos buscar otra
identidad a estos centinelas, invisibles para casi todos, sería vagamente una
identidad fantasmagórica para este tiempo, para nuestros días.
La tragedia ocurrió hace tiempo, aquellos días que la cuadra y la calle de la Sangre sentían
su propia vida se quedaron sin aliento, perdieron la contienda, y la desolación
de la calle y la cuadra se desvanecieron para siempre.
En realidad los secretos han cambiado, ayer eran unos y hoy
son otros, pero los que vivimos en los de ayer no sentimos lo mismo por los de
hoy, es la penumbra del recuerdo lo que tal vez nos inquiete o el miedo al
mañana que ineludiblemente está más cerca que el ayer.
Gran parte de mi infancia la pasé recorriendo la calle de la
Sangre, los recuerdos son muchos e imborrables y las personas que habitaban en
los recónditos secretos siempre estarán en mis recuerdos.
Dedicado a Alfredo, Corsina, Isabel, Pedro, Trinidad,
Lucrecia, Paulino, Juanito, Valentina, Eulogio, Jorge, Candi, Linos, Casi, Quico,
Candelas, Segundo, Teodoro, Uge, Víctor, Amelia, Paulino, Luisa, Lañas, Primitiva,
Matías, Patricia, Sole, Juana, Benito, Aurelia, Guadalupe, Félix, y a todos
esos que aún estando en los secretos de la calle de la Sangre ya no están en mi
memoria.
Y dese luego a Salu y Eugenio por estos buenos MOMENTOS
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Adam Herdman... Apparently, I'm a Rational.
ResponderEliminarI think we are all rational
ResponderEliminar
ResponderEliminarComo se nota que sientes Cadalso por todos lados y has vivido y sentido sus latidos.
Gracias por regalarnos el amor que denotan tus fotos y tus letras.
Un saludo
Inés
Pocos como tú, Pedro, saben apreciar el sentir del latido cadalseño con tanto sentimiento y emoción.
ResponderEliminarEnhorabuena a ti y a todos los vecinos pasados, presentes y futuros de la calle de La Sangre, nombre tan original como evocador de la sangre cadalseña que nos hace vivir.
Antonio Carrera Garcia dijo...
ResponderEliminarDonde esta mi corazon t lo di y t quedastes el tuyo y el mio
No lo sé, el mío está en los recuerdos de Cadalso.
ResponderEliminarMagnífico artículo "Zorro", me ha encantado. Mientras te leía, algo en mi interior se removía, llegando a calarme dentro de mí e inquietarme.
ResponderEliminarEn definitiva, me has tocado.
Enhorabuena y mis felicitaciones.
José Luis Villatoro.
Un saludo.
ResponderEliminarGracias José Luis, apreciar y sentir lo que nos rodea hoy y lo que tadavía es capaz de retenernos en nuestro pasado es la mejor forma de vivir el presente.
Un saludo
Pedro ZC
Buenas tardes Pedro Alfonso , me encantan todas esas historias del tiempo y de las personas que en esas calles han convivido y me gustaría pedirte un favor más por Tito mi marido que por mi aunque a mi me hubiera gustado conocerlos , se trata de mis suegros Vicente y Sole a el sólo lo he visto en foto pero de mi suegra Sole no tienen ni una foto si en algún recuerdo de ellos tuvieras y encontrarás una foto te lo agradecería siempre me refiero a los chaguas aunque tu lo sabrás de sobra gracias y gracias también por esas bellas historias que día a día nos cuentas aun en la distancia me encanta conocer las raíces de mi marido un saludo Eustasia
ResponderEliminarEustasia Exposito Redondo
ResponderEliminarComo siempre exquisitas palabras y preciosas historias sigue escribiendo para avivar nuestros recuerdos gracias
Africa Foncuberta Lopez
no nos has dicho que tal estaba la pitarra de Eugenio. un abrazo JORGE
ResponderEliminar
ResponderEliminarPitarra? era aceite del siglo XX, o más antiguo.
Un abrazo.
Pedro ZC
Precioso, me encanta saber cosas de mi pueblo. Lo haces genial. Gracias
ResponderEliminarKira Garcia Lopez
Gracias Kira y sigue interesándote por todo lo que tenga que ver con Cadalso.
ResponderEliminarUn saludo
Pedro
LA SANGRE GLORIOSA
ResponderEliminarDar y ofrecer nuestra sangre gloriosa,
libremente por costumbre adquirida,
como un balsámico sobre una herida
esparcido por bálsamo de rosa.
Vuela con sus alas de mariposa
ganándole a la muerte la partida,
en liza por mantenernos con vida
es manantial manando generosa.
Es ofrenda hecha con fe y entusiasmo
y un torrente caudal de nuestras venas,
esta roja y vital hemoglobina.
Que verla circular produce pasmo,
la extracción no la sentimos apenas
y fértil continuamente germina.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Precioso tus comentarios gracias Salu parece Dios esta en todas partes jjjj
ResponderEliminarCarmen Frontelo Morales
Precioso tu relato buenas personas Eugenio y salu
ResponderEliminarPilar Calvo Villarín
Gracias por esas historias k nos cuentas, que aunk soy del pueblo las desconocía
ResponderEliminarLucia Lop
Muchas gracias pedro la tia balentina nos acia felices cambiandonos los tebeos
ResponderEliminarAntonia Frontelo Morales
Vaya 2 patas para 1 banco
ResponderEliminarDavid Jimenez Martin
Muy buena foto
ResponderEliminarDavid Jimenez Martin
La pena de todo es ke la cuadra se derrubara y se destruira esa belleza de artesania antigua
ResponderEliminarDavid Jimenez Martin