La muerte apaga la voz pero jamás los recuerdos.
Dionisia fue una mujer muy culta y educada, su vida no fue
nada fácil, todo lo aprendió de la vida, del día a día, desde lo más íntimo de
su ser, desde las ilusiones y el amor de los suyos, desde esas ganas de saber
que siempre tuvo incluso cuando parecía que la vida se le acababa, y como no
desde las desgracias que también tuvo que soportar a lo largo de su longeva existencia.
Las mañanas de los sábados eran mi momento elegido para
visitar a Dionisia, así lo hacía muchas veces cuando pasaba por su puerta y el
deseo me llevaba hasta ese portal donde pasó sus últimos días en Cadalso,
siempre al calor de los recuerdos de su pasado. Allí aprendí a conocerla, a
sentir su amor por Cadalso y los cadalseños, por su familia y a valorar el
entusiasmo que en cada instante tenía por aprender. Muestra de ello es esta
frase que un día nos dijo al ser entrevistada para la realización del libro “Nosotras”
basado en las mujeres del suroeste madrileño.
“Íbamos a la escuela hasta los doce años, Yo fui pues eso,
un día si y otro no….Yo fuy muy poco a la escuela hija: la poca cultura que
tengo la he adquirido yo. ¡Ya hubiéramos querido! Y envidio a la generación de
ahora las posibilidades que tienen de aprender y de saber, y de todo, ¡y que lo
desprecien¡ Ya hubiéramos querido antiguamente tener todas esas facilidades”
Otras veces la conversación discurría en su viejo salón,
rodeada de sus recuerdos, de las fotos de sus padres y hermanos, donde sus ojos
sólo tenían vista para esa foto de su hermano Simeón vestido de militar y que
fue la última que recibió de él pues unos días más tarde murió en la guerra alcanzado
por un obús en San Mateo de Gállego (
Zaragoza )
“Yo tenía un hermano que era el mayor de todos… Entonces a
mi hermano le tocaba ir al servicio militar un año después, el 37. Pero como
adelantaron la quinta y eso, pues le llevaron de 20 años. Mis padres allí
destapando y buscando a su hijo….”
La vida de algunas personas tiene a veces un sentimiento de
fuerza y sencillez que nos llega hasta lo más íntimo. En los atardeceres
cadalseños la presencia de Dionisia despertó en mi un interés que me atraía por
muchas razones, pero principalmente por la forma de tratar y explicar las cosas,
que la definían como un personaje oculto de la vida de Cadalso.
Hoy has decidido descansar en paz, ya no echarás en falta a
tus valientes y decididos padres, tampoco a tu hermano que la “maldita guerra”
como tú decías, te robó en su más feliz juventud. Ahora descansas junto a
ellos, en tu pueblo, al lado de ese frasco con la tierra que un día trajiste de
San Mateo de Gállego, el pueblo donde murió tu hermano y que recogiste del
cementerio donde yace en una fosa común, de esas tan tristes y tan poco identificativas.
“Entonces vinieron a consultar, que trajeron los restos de
los muertos en guerra, los que está ahí enterraos en el Valle de los Caídos. Y
vinieron a pedir permiso a ver si querían traer los restos de mi hermano ahí.
Entonces mis padres dijeron que no, que ellos de traer los restos de su hijo
sería para traerlos al pueblo, pero no para llevarlos allí.”
La última vez que compartí mi vida contigo fue en la
residencia de San Martín. Entonces ya tu cuerpo sentía que la vida se apagaba,
pero era tal tu lucidez mental, que fuiste capaz de relatarme, un vez más, la
historia de tu hermano y tus padres durante la guerra. Aquella tarde fría del
15 de enero de 2010, que tras las horas se convirtió en noche, lloraste,
reíste, apenas comiste un poco de sopa y dos cucharadas de yogurt, que terminé
dándote ante tu poca insistencia, pero te emocionaste y fuiste capaz de contagiarme tus sentimientos , hasta tal punto que a mi también se me saltaron
las lagrimas con tu relato.
Hoy todo queda en mi, lo de aquel día y lo de muchos más, ya
no sentiré tu presencia pero quiero decirte que siempre te llevaré en mis
recuerdos y te visitaré en ese otro Cadalso que yo llamo de Arriba y
que tanto tiene de nosotros y tanto nos unirá por los siglos.
Un beso y hasta siempre
Pedro Alfonso
Zorro Corredero
ResponderEliminarLa he conocido y siempre fue una buena mujer. Mi más sentido pésame a su familia.
Siempre nos enseñas a querer...
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ResponderEliminarMI MAS SENTIDO PÉSAME A MARI.YO SENTIA UN GRAN CARIÑO POR DIONI (COMO LA LLAMABA)PUES HACE YA ALGUNOS AÑOS,ELLAS VIVIAN EN MADRID, CASA DE DªMATILDE Y YO MUY CERCA,ENTONCES PASABA MUY BUENOS RATOS ALLI CON ELLAS ,DESDE ENTONCES, COMO DIDO LAS COJÍ MUCHO CARIÑO,ESPERO QUE MARI SE ACUERDE,Y QUE SEPA QUE AUNQUE NOS VEAMOS POCO,YO LA SIGO QUERIENDO ,Y SIENTO MUCHO EL FALLECIMIENTO DE SU HERMANA, LA MANDO UN FUERTE ABRAZO,COMO A TÍ PEDRITO, QUE NOS DAS INFORMACIÓN DE TODO,GRACIAS ,JUANY
Hola Pedro
ResponderEliminarHacia tiempo que no echaba un vistazo por tu blog, y en esta ocasión ha sido para ver la despedida que habías dedicado a mi tía Dionisia. Simplemente darte las gracias por un texto tan emotivo.
Saludos
Marco Antonio García Matatoros