Pompeya
El Vesubio
Calle de Pompeya
Pompeya está situada a unos cuarenta metros sobre el nivel
del mar y según la tradición fue fundada por los oscos en el siglo VIII a.C.
Otras fuentes defienden la hipótesis según la cual la fundación de la ciudad
fue obra de los etruscos en el siglo VII a.C.
Ubicada en una posición dominante de la costa cerca de la
desembocadura del río Sarno, fue un excelente atracadero para los navegantes de
la antigüedad y siempre tuvo gran influencia de las vecinas colonias griegas.
Templo de Venus
Pero el destino de la Pompeya prerromana era sin lugar a
duda itálico, cayendo muy pronto en manos de los belicosos samnitas que
procedentes de las montañas de Irpinia y del Sannio, se instalaron en las
prósperas ciudades costeras. La etapa samnita comenzó en el 425 a .C. y dejó huellas en las
estructuras de la ciudad y el la arquitectura de los edificios.
Basílica
Tras la victoria de Roma sobre los samnitas, la ciudad pasó
al imperio romano pero manteniendo su propia autonomía. Pompeya fue fiel a Roma
durante las guerras púnicas, motivo por el que ganó su gratitud. Pero su papel
a favor de los itálicos en el 89
a .C. en contra de Roma fue decisivo para que fuera
asediada por los ejércitos romanos de Sila. Nueve años después Pompeya se
rindió al dictador romano, pasando a ser llamada Colonia Cornelia Veneria
Pompeiana.
En unos años se convirtió en una ciudad residencial, donde
vivían familias nobles cuyas riquezas procedían de la agricultura,
principalmente del vino, y del comercio.
Bajo Augusto la ciudad fue objeto de grandes obras
urbanísticas, no ocurrió lo mismo en las épocas de Calígula y Claudio donde
tuvieron que pasar una crisis de grandes dimensiones. Una de las historias más
truculenta que cuentan ocurrió en Pompeya fue la pelea que se desató entre los
pompeyanos y los habitantes de la vecina Nocera en el año 59 d.C. La pelea se
originó en el anfiteatro, mientras en la arena se desarrollaba una lucha de
gladiadores. Fue tal la pelea y tan sangrienta, que el Senado decretó el cierre
del anfiteatro durante un periodo de diez años.
Nadie por aquellos años podría pensar en el dramático
destino de esta bella ciudad romana, pero como si de una señal premonitoria se
tratara, tres años después del cierre del anfiteatro, la ciudad fue sacudida
por un terremoto, causando graves daños, algunos aún visibles en muchos de los
edificios.
Después del terremoto, y estando los trabajos de
restauración en plena actividad, un 24 de agosto del año 79, el Vesubio, un
volcán que se encuentra a escasos kilómetros de la ciudad, entró en erupción
repentinamente enterrando gran parte del terreno con cenizas, lapilli y
materias eruptivas, mientras por las laderas del volcán los ríos de lava y
barro discurrían camino de las ciudades más próximas. No acertó en nada el
geógrafo Estrabón quien unas décadas
antes, en el año 20 d.C., calificó al Vesubió como un volcán apagado.
La repentina erupción cogió a los habitantes totalmente por
sorpresa, y muchos de ellos murieron mientras trataban de huir y otros que ni
tiempo tuvieron para abandonar sus casas o trabajos murieron allí mismo sepultados. Gracias
al terremoto y por miedo a que se reprodujera, muchos habitantes ya habían
abandonado la ciudad, pero a pesar de ello murieron unas dos mil personas
durante la erupción.
La violencia de la erupción fue tan grande que la parte
superior del volcán terminó desmoronándose y formando la actual caldera. El
terrible suceso se prolongó durante tres largos y dramáticos días, azotando
toda la costa entre Herculano, Pompeya y Estabia.
Después del desastre, Pompeya quedó totalmente sepultada
bajo un enorme montón de cenizas de más de seis metros de altura. Esta capa de
cenizas fue la que sembró la ciudad de muerte, pero, al mismo tiempo ha servido
para permitir que los testimonios de vida inmovilizados para siempre en aquel
momento de la tragedia, hayan podido salir a la luz hace dos siglos y medio,
exactamente en 1763 tras 15 años de excavaciones.
La vecina ciudad de Herculano se libró de las cenizas, pero
el barro ardiente la sepultó a más de 15 metros de profundidad, endureciendo como una
piedra todo lo que se encontraba a sus paso. En Herculano ocurrió todo menos
rápido, por lo que dio tiempo a los habitantes a huir, de hecho sólo se han
encontrado unos 30 esqueletos, no fue así en Pompeya, donde algunas personas
murieron aplastadas por las rocas, pero la mayoría fueron victimas de asfixia
por los gases o enterradas por las cenizas.
En los últimos tres siglos se han producido no menos de ocho
erupciones, La última erupción del Vesubio se produjo en 1944, emitiendo lava
incandescente y cenizas por lo que nadie sabe si podría volver a erupcionar en
cualquier momento. En la actualidad un tren de cremallera llega hasta el
humeante y desafiador cráter, y un observatorio atendido por vulcanólogos vela
para prevenir cualquier reacción.
Restos recuperados en las excavaciones
El Foro. Detalle de la columnata
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Yo estuve una vez en verano y no se cabía de la gente. Donde se metió la gente ese día?
ResponderEliminarMuy bonito todo.
Gracias.
ResponderEliminarLa verdad es que no había casi gente, era en noviembre, unos minutos antes de la visita llovía a cantaros, pero a pesar de todo si recuerdo un numeroso grupo de japoneses que siempre aparecían al final de la foto. Un movimiento a derecha o izquierda y los japos quedaban escondidos tras una pared o detrás de alguna columna, otras veces esperar a que desaparecieran por alguna calle o casa.
Gracias.
Zorro Corredero
Increíble desde la entrada hasta el final del recorrido...impresiona la realidad que te encuentras en cada calle, en cada esquina, en cada rincón de cada casa!!!!!!
ResponderEliminarFdo. El hijo del hijo de Gerardo.