Las rosquillas cadalseñas son todo un emblema de nuestra repostería, de entrañable sabor y gran historia, se vienen realizando desde hace cientos de años. Ayer y hoy siguen siendo el dulce típico de nuestras celebraciones, tanto en bautizos, comuniones, bodas, cumpleaños, y en Carnaval donde no puede faltar acompañada de un vino añejo o moscatel de nuestra tierra.
La tarde comenzaba su declive en el invierno cadalseño, la masa que había reposado durante horas estaba lista para comenzar a dar forma a las rosquillas, una a una fueron pasando por las manos del hábil repostero para la ocasión, que ayudado por la harina conseguía que no se le pegara la masa a las manos.
Y una vez listas sobre la mesa de madera, las rosquillas pedían a gritos recibir ese baño, muy caliente por cierto, de aceite cadalseño y así tomar el color doradito que adquieren a medida que se van friendo.
Ya en la sartén, es el aceite y la temperatura los que se encargan de darles el toque para que cojan la textura y sabor perfecto, también decir que el maestro freidor tiene que controlar los tiempos, de lo contrario y ante un exceso de fritura podrían ponerse algo duras, no en el momento de sacarlas de la sartén, cuando calentitas están crujientes y ricas, pero si al enfriarse momento en que se podrían poner demasiado duras. En este caso no hay problema, aunque cierto es que casi nunca lo hay, ya que las cadalseñas-os son unos expertos reposteros que saben lo que hacer en todo momento.
Una vez que adquieren el punto justo de fritura ya están listas para pasar al baño de azúcar, es éste un baño algo exagerado, pero si el azúcar es poco suele perderse con los días, así que lo mejor es bañarlas generosamente y si luego queremos quitar algo de azúcar sólo tenemos que soplar.
Poco a poco van saliendo de la sartén y pasando al azúcar, ahora es cuando más me gustan con esa temperatura que las hace estar tan tiernas que se rompen, dicen que es malo, pero yo y algunos más como se puede observar, no somos capaces de esperar y recién azucarada acaba en nuestra boca para ser saboreada.
Definitivamente están buenísimas, tanto que Daniel es uno de los primeros en probarlas y en jactarse de su elaboración, totalmente artesanal por cierto, pero en la que él poco ha participado, más o menos como yo. Bueno, aquí cada uno pone algo, Daniel la casa, yo las fotos y los demás la elaboración, aunque hubo uno que desapareció de la escena justo en el momento más necesario, pero ya se llevará la reprimenda.
Y después de la rosquilla calentita, un buen trago de aguardiente, lo justo para pasar la masa y darle el toque de alcohol que este tipo de dulces necesita. Aquí todo es casero, desde las patatas, el aceite, el vino. el aguardiente y los cocineros-reposteros.
Una vez más, y ya van unas cuantas, quiero agradecer a todos los buenos momentos pasados, la alegría que me trasmitís, la amistad sincera, la sencillez de todo lo que aquí ocurre, y los buenos menús que gracias a vosotros me proporcionan el placer de comer y beber en animada compañía, con la sensación placentera de sentirme entre grandes amigos y escelentes cadalseños que siempre estáis donde se os necesita.
Un abrazo y muchas gracias.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Acuérdate de traer algunas la próxima vez que quedemos, y que sea pronto
ResponderEliminarYa mismo quedamos, pero las rosquillas se han quedado en Cadalso.
ResponderEliminarTranquilo que ya las probarás.