La Media Legua, vendimiando con el amanecer
Hoy toca vendimiar en la viña de la Media Legua, es muy pronto cuando
llegamos, el sol está comenzando a asomarse en el cielo que por momentos
adquiere un gran colorido en el que no falta ni la hermosura ni el esplendor.
Siempre he dicho que Cadalso tiene unos grandes atardeceres, pero
también nuestros amaneceres cadalseños están llenos de armonía y nos inspiran
admiración y deleite.
El sol comienza a iluminar las cepas, que protegidas entre las muchas higueras que aquí existen, reciben esos primeros rayos de sol que las hacen brillar bajo la atenta mirada de la Peña Muñana.
Unos almendros filtran la luz solar y el cielo adquiere un azul intenso que nos exalta en estas primeras horas de este día radiante de otoño.
Pero no hemos venido a disfrutar del amanecer ni a dejarnos embobar
por los colores que colorean esta mañana cadalseña en la Media Legua. Hoy igual
que ayer estamos aquí para vendimiar, para cortar racimos, llenar los capachos
y regresar a casa lo antes posible. Así que nos ponemos manos a la obra,
elegimos un lugar donde ubicar los capachos y tomamos cada uno un lineo,
terminando siempre en el centro de la viña para descargar en los capachos y así
no ir más tiempo del necesario cargados.
Distribuidos a lo largo de una línea imaginaria, justo en el centro de la viña, los capachos se van llenando poco a poco, es algo rutinario pero casi sin darte cuenta las uvas de garnacha comienzan a rebosar por encima, unos cuantos cubos de racimos son suficientes para llenar cada uno de estos recipientes. Hace muchos años que sustituyeron a los antiguos de mimbre y chapa, los de ahora son de goma negra y algo pesados pero no se pierde nada de mosto y duran años y años, tantos que ya han conocido tres generaciones.
Ya han pasado unas horas y el estómago nos pide que le llenemos con algo, es
la hora del almuerzo, ese momento tan esperado que te ayuda a continuar después
con más gana y algo más relajado y descansado. Ibrahim se como un buen
bocadillo y naranja y Pichi que ha traído una lata de sardinas y queso, me dice
que coma algo, yo no he traído merienda porque pensaba volver a Cadalso y comer
algo, pero no puedo rechazar su invitación y me cojo un buen trozo de queso al
que acompaño con el rico pan de chusco y un trago de vino cadalseño.
Estos almuerzos forman desde siempre parte de la vendimia, hoy son menos
concurridos y abundantes que en otras épocas, pero al igual que aquellos están
llenos de sabiduría popular, de conversaciones amenas y de satisfacciones del
estómago y de la mente.
Estas uvas de chelva que resaltan entre las de garnacha serán nuestro
postre hoy, como también lo fueron tiempo atrás para aquellos otros
vendimiadores que antes que nosotros pasaron por esta y por todas las viñas de
Cadalso. Entonces las sardinas "aprensas" y los torreznos eran unos
de los almuerzos más comunes, el vino siempre en la bota y añadido al jornal
era otro de los alicientes de aquellos hombres que bebían como vendimiaban, es
decir mucho.
Hoy uno de los vendimiadores no bebe vino, a Ibrahim su religión se lo
prohíbe, "Pichi" lo bebe en botella de plástico y el otro que soy yo, sólo lo
prueba un poco. Es cierto que hoy se bebe mucho menos vino que antes, que
ya no forma parte del campo y de la costumbre de los vendimiadores, todo ha cambiado.
Han pasado unas horas y el sol ya calienta, si por la mañana hacía falta algo de abrigo ahora sobra, es lo común en los otoños de los últimos años. Al olor que desprenden las uvas por el calor acuden las abejas que chupan y chupan el mosto hasta saciarse, también hay alguna avispa, pero estás son menos y mucho más peligrosas.
Poco a poco la mañana va dando paso al mediodía, los racimos
van pasando de las cepas al capacho y la vendimia va llegando a su fin. Las
corvas, navajas usadas para la corta de tiempos inmemoriales, se cierran y
vuelven al bolsillo. Se preparan los capachos, el cuerpo se relaja y la mente
disfruta sabiendo que una vez más la vendimia, una de las costumbres más
arraigadas en Cadalso se ha vuelto a producir.
Ahora es el momento de Dioni que recorrerá la viña recogiendo los capachos y volcando los racimos en el tractor, antes la mula tirando de la narria se encargaba de sacar los cestos al camino, hoy es el tractor el que entra en la viña, recoge la uva y la transporta a la cooperativa. Es esta una forma mucho más cómoda y rápida de llevar la uva, pero también es cierto que aquella otra forma estaba llena de una sensibilidad e imaginación que hacía del momento algo único. A quién no le gustaría poder ver hoy una mula tirando de la narria y sacando los capachos a la carretera? Pienso que a todos, y es que al final somos unos nostálgicos.
Agarrados desde arriba con un gancho y empujando desde abajo, los capachos llenos de uva se van vaciando en el tractor, más tarde cuando todos están recogidos, Dioni se dirigirá a la Cooperativa, ese lugar que en el pasado se llenaba de ilusiones y alegrías, de caballerías y de palabras, pero que hoy parece ser que se apaga sin que nadie pueda remediarlo.
Ya no se preparan esas caravanas de acarreadores camino de la bodega, ya las viñas están más vacías, los caminos y carreteras solitarias, pero todavía queda una luz que a pesar de todo sigue luciendo en los campos y viñas cadalseñas, es la luz que nadie quiere ver apagada, es la luz que a todos nos gustaría volver a ver brillando en nuestra tierra, es simplemente pasear, ver, observar, detenerse, y que nos cuenten su historia, sus anécdotas, para que al menos estas viejas viñas nunca desaparezcan de nuestra memoria.
La llegada a la cooperativa, el pesado, el grado, la tara, todo aún sigue formando parte de nuestra vendimia, todo parece igual que siempre, desde esa vieja máquina que tritura la uva a esa mesa que soporta la probeta donde el mosto hará flotar el aerómetro que nos dará los grados, 14,50 esta vez, pero no, las cosas son diferentes, la vida también y las personas ya son otras. Ahora sólo nos falta esperar a que la vida de un cambio, a que las viñas resplandezcan de nuevo y que los cadalseños se vuelvan a ilusionar con sus cepas y sus viñas. Dime tú si esto no sería maravilloso?
En recuerdo de Pepe "El Habanero", Quico "Caserta", su hijo Emilín, Catalino, Carracho y Corruco, vendimiadores cadalseños con los que compartí una de las últimas vendimias de las de antes en la Media Legua a comienzos de los años 80.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Que buen dia de campo!Paquitopirata.
ResponderEliminarUn gran día de campo lleno de recuerdos y amistad el que me proporcionó este vendimia de la Media Legua.
ResponderEliminarGracias Paco.
Me ha gustado mucho. perfecto.
ResponderEliminarMariano
Cuanto que contar!!!
ResponderEliminarUNA AFILADA NAVAJA
ResponderEliminarUna afilada navaja
de uva corta el racimo,
y propicia el aproximo
del mosto hacia la tinaja.
Una navaja se faja
con la cepa y sus sarmientos
madre de sus cortamientos
tiene dispuesta una cuba
a donde ha de llevar la uva
del vino de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Que clase mi abuelo
ResponderEliminarEduardo Alfoso