Un buena situación puede hacerte olvidar los malos trances o
alguna extraña coyuntura de estas que la vida nos tiene reservadas en cualquier
momento o lugar, sólo tienes que dejarte llevar por tu intuición y a veces
olfato, como en este caso, para pasar de un lado a otro, de la fealdad a la
belleza, de la pena a la alegría, de la apatía al interés.
Pues bien, esto que a veces parece difícil de encontrar lo
podemos encontrar en cualquier lugar o momento del día, sólo hace falta un poco
de intuición y unos buenos personajes dispuestos a compartirlo todo, sus
momentos, experiencias y hasta su menú.
Un potaje, si un potaje fue la especialidad culinaria que
hace unos días fue capaz de unirnos alrededor de la mesa y de disfrutar de las sensaciones
de una vida compartida.
Unas manos expertas y el trabajo de la olla, fue lo único
que se necesito para preparar este gran potaje, madrileño por cierto, el de
Cadalso nada o casi nada tiene que ver con el aquí degustado.
Y tras la cocción cada uno fue
recibiendo su plato, oliendo el humillo que desprendía y saboreando a cuchara
el toque bien dado de nuestro cocinero.
Que orgullo y que placer saber que tus comensales están
altamente agradecidos por esta tradicional comida madrileña, que complacencia sentir
la presencia de buenas gentes, humildes,
respetuosos y afables, que forma tan sencilla de unir ideas,
costumbres e historias, que sensación de
felicidad nos invade al sentirte cerca, unido, feliz, y todo gracias a un
potaje, que poder puede tener cualquier cosa si todos estamos convencidos de
una sincera amistad.
Los platos fueron desapareciendo, las voces fueron
aumentando, las risas destacaban sobre todo lo demás y las anécdotas de cada
uno sirvieron para que la alegría en forma de grandes carcajadas aparecieran
durante casi toda la comida, más al final por aquello del vino, vino que no fue
otro que el que Daniel elabora en sus artesana bodega con esa variedad de uva
tan nuestra y tan arraigada en Cadalso, me refiero claro está a la garnacha, en
este caso de la viña del Aguadero.
Que la vida nos deje sentir estos momentos, que las gentes siempre compartamos lo nuestro y que la amistad reine para siempre.
Gracias a todos.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
¡¡¡FELICIDADES, Pedrito!!!, por el cumpleaños y, como no, por el Post, fiel reflejo de la filosofía vital Cadalseña y, además, prueba irrefutable de los placeres de, a saber, una buena mesa, unos lazos de amistad sincera y verdadera y, como remate, unas viandas exquisitas y contundentes. Si señor, da gusto ver la felicidad de las cosas sencillas reflejada, sin tapujos, en los rostros serenos, de mirada confiada y sonrisa bonachona, de nuestros paisanos.
ResponderEliminarUn abrazo. Balta
Que envidia me da, poder disfrutar de tus paisanos y de tu pueblo. Yo hace años que salí de Cadalso y ahora solo voy muy de tarde en tarde.
ResponderEliminarGracias por hacerme pasar estos buenos ratos.
Miguel
ResponderEliminarGracias por todo, sólo deciros que es muy fácil soñar y disfrutar de los que nos rodea, el problema es que muchas veces no vemos en lo cercano y en la sencillez la verdadera felicidad.
Un abrazo.
Pedro
Que buena pinta tiene el potaje, habrán disfrutado de lo lindo los comensales. El disfrutar de las cosas sencillas con amigos y conocidos tiene su importancia.
ResponderEliminarSaludos
LAS COLLEJAS DE CENICIENTOS
ResponderEliminarPrimaverales collejas
que aparecéis de repente,
ni siquiera os llevo en mente,
y en mis pupilas perplejas
me hacéis arquear las cejas.
Al campo salgo a buscar
espárrago y primavera,
al corujo en la reguera,
y a ti vengo a encontrar
donde no te espero hallar.
Te descubro en un cerrillo
bajo el influjo del sol
que adormece al caracol
y aviva siempre el colmillo
del conejo en febrerillo.
Eres paisaje en la linde,
compañera de la grama
donde la liebre se encama
para que a sus ojos brinde
ver al perro en el deslinde.
Creces entre la junquera
y en regatos del arroyo,
y en retamas junto al Hoyo
y bajo troncos de higuera
de la apacible Ladera.
Naces entre cornicabras
de las de Orilla Moral,
rocosa piedra coral
por donde triscan las cabras,
siendo esquilas sus palabras.
Y surges en la labranza
la que linda al Encinar,
y así el sol al declinar
te presta historia y semblanza,
hierbecilla de esperanza.
Aromas nuestro potaje
el de la Semana Santa,
dando una delicia tanta
que pagamos un peaje
y hacemos casa y anclaje.
Por el pueblo y por sus calles
junto al olor a torrijas,
filtrado por las rendijas
se perciben los detalles
de las gentes de estos valles.
Sobre estas tierras gloriosas
que circundan Cenicientos,
y armonizan a sus vientos
son sus adorables rosas
comidas maravillosas.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho