Mámoles de Sayago es uno de esos pueblos que nunca están en
la ruta que deseas hacer, pero que una vez que lo conoces te enamora y te
atrae, hasta tal punto que te cuesta trabajo decir adiós cuando lo tienes que
dejar.
Es esto exactamente lo que me pasó durante un viaje por
Zamora en el que en un principio queríamos vivir y sentir sus famosas procesiones,
visitar los Arribes del Duero y poco más. Esto es lo normal cuando uno visita
Zamora, esto es lo que te atrae y lo que te cuentan que tienes que ver, pero no
siempre en lo más famoso y llamativo está el encanto, a veces se descubren
pueblos y lugares que te llenan y te embelesan hasta tal punto que te cautivan
en todos los sentidos.
Mámoles es un pequeño pueblo de Zamora situado en la tradicional
comarca de Sayago, hace frontera con Portugal y está dentro del Parque Natural
Arribes del Duero, se encuentra a unos 57 km de Zamora y no tiene ayuntamiento propio,
perteneciendo al termino municipal de Fariza.
Como casi todos estos pueblos de la comarca zamorana de
Sayago, en los últimos años su población ha ido descendiendo. En la actualidad
su población es de unos 37 habitantes que se reparten los 8,58 km cuadrados que ocupa
la superficie de su término. En el año 2000 la población era de 48 habitantes y
en 1950 llegaba casi a los 150, cantidades en las que se puede apreciar el
descenso paulatino de sus habitantes.
Pero si sus habitantes han descendido con el paso del tiempo,
no lo ha hecho el atractivo de su entorno, la tranquilidad que te aporta el
recorrer sus ancestrales y bellas calles, así como los caminos cargados de
variada vegetación, destacando las encinas de gran porte y como no los pequeños
huertos que todavía hoy son cultivados por las expertas manos de los mamoleños
igual que lo hacían sus antepasados hace siglos, son alicientes que te atrapan, proporcionándote un estado de paz y sensibilidad hacia todo lo que te rodea.
En la zona occidental se encuentran los viñedos que se
abrazan al río Duero y que producen unos excelentes caldos con fama en la zona,
los cuales siempre han servido para el consumo familiar al ser pequeñas las
propiedades donde se cultivan.
El vino de Mámoles como es conocido en la zona, se elabora
principalmente con la variedad garnacha y malvasía. Son vinos con cuerpo y alta graduación, como pude comprobar al catar el elaborado por José, un mamoleño enamorado de su pueblo y de su tierra.
Uno de los mayores atractivos de Mámoles, así como de todo el
Sayago, son las construcciones populares. Desde siempre y dado el aislamiento de
la comarca se han utilizado los materiales más abundantes en la zona, como son
la piedra y la madera, que con el saber popular transmitido desde hace siglos, ha
sido la base para la construcción de casas, paredes de fincas, molinos,
fuentes, chiviteros y potros.
Potro de herrar
Es curiosa la forma de construcción de las paredes de las
fincas, que se sustentan sobre unas piedras colocadas en vertical y clavadas en
el suelo, llamadas hincones, en las cuales se apoyan el resto de piedras. Ni
las paredes de las casas ni de las fincas tienen argamasa alguna y simplemente
se utiliza la colocación de piedras en mampostería.
Las casas realizadas en piedra de mampostería conservan
dinteles y preciosas cerraduras realizadas por expertos herreros, los corrales
a los que se accede por unas grandes puertas de madera son grandes y
espaciosos.
La casa suele ser de una sola planta con ventanas y puertas
realizadas con piedra y madera, los tejados son de madera y teja árabe, aunque
en el pasado también se utilizaba la escoba y la jara para la cubierta.
La iglesia es un espacio de recogimiento y soledad, si
todavía cabe más en este silencioso y sosegado pueblo. El edificio es sencillo,
destacando la espadaña de estilo románico en la que se apoyan dos campanas. El
interior no puede ser más acogedor, con suelo de piedra conserva un pequeño
retablo y un sagrario del siglo XVI.
Curioso es que en el momento de visitar la iglesia, la misa
estaba siendo celebrada por una paisana de Mámoles.
Puentes y fuentes de piedra forman parte del arte rural de
este pueblo, donde el agua es fuente de vida y por lo tanto debe ser tratado
con el mayor respeto, me dicen que en verano el agua escasea, no así ahora
donde los arroyos corren veloces.
Dejarse llevar por estas calles vacías y solitarias, entrar
en la iglesia y sentir el acompañamiento de los pocos vecinos de Mámoles y a la
vez esa soledad íntima que te hace escuchar tu corazón, observar las casas, sus
puertas y ventanas tal como las construyeron hace cientos de años y notar la
presencia de aquellas otras formas de vida es cuestión de segundos, todo aquí
es sereno y espacioso, todo esta cargado de historias y de vidas, todo es
maravilloso en este lugar tan apartado de todo y que te inspira sensación
interna de felicidad y paz.
Y si a esto, que no es poco, le añadimos la amabilidad de sus gentes, el sentimiento de querer agradar en cada momento y la sensación de amistad que te infunden y que siempre lo consiguen, puede decirse que aquí uno se siente feliz y dichoso, y esto en los tiempos que corren ya es mucho para sentir cariño hacia Mámoles y sus gentes, gentes que saben muy bien el sentimiento que les tengo y la amistad que en estos últimos años ha crecido en mi gracias a todos ellos.
Pero en la vida no todo es arte y fotos, también la comida
llega al corazón y estrecha los lazos de amistad.
Todavía hay mucho más para ver y disfrutar en Mámoles, como
por ejemplo el Molino de Serafín, pero esto ya será en otro post y en otro
momento.
Medio de locomoción para la próxima visita al molino de Serafín.
Queimada zamorana
Enlace para ver: El Molino de Serafín en Mámoles de Sayago
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Que bonito tu descripción del pueblo y sus parajes. La verdad es que mereció la pena la visita y la compañía.
ResponderEliminarCreo que los Fernández (incluida la Charini) se sentirán muy orgullosos del reportaje.
Merece la pena una nueva excursión en la época de setas (por ejemplo).
Los Teje
ResponderEliminarMe ha encantado tu reportaje y mucho más me gusto este precioso pueblo.Bueno, los dos tanto pueblo como reportaje son divinos
Mercedes
Impresionante reportaje Pedro.Me ha encantado,esta hecho desde una absoluto cariño y descrito como si fueras un mamoleño más,de verdad muchas gracias por acercar a las redes este pueblecito tan chiquito y a la vez tan lleno de encanto.Vamos a tener que hablar con el alcalde de fariza para que te haga hijo adoptivo de Mámoles o....mejor embajador...porque menudo reportaje.
ResponderEliminarEstoy deseando ver el siguiente post....
Marta (hija de Chari y Manolo)
Esta entrada me ha encantado, describiendo con tu forma sencilla y cariñosa un pueblo de mi provincia, acompañándola de tus bonitas fotos.
ResponderEliminarUn saludo
Me encanta que te encante estimada Ángela.
ResponderEliminarUn saludo
Pedro
Muchas gracias Marta, y cuando quieras me puedes nacer hijo adoptivo o embajador de Mámoles, sin cobrar claro.
ResponderEliminarUn saludo.
Pedro
Que quieres que diga, Pedro, has descubierto lugares y detalles que yo despues de 57 años nunca habia visto y sé que faltan algunos más,asi que espero seguir disfrutando de estos reportajes , pero para ello habrá que organizar alguna escursión para conocer las viñas ( que por cierto no es garnacha sino Juan Garcia la modalidad de tinta) y los Arribes del Duero; por ejemplo en el mes de Julio. Muchas gracias Chari y Manolo
ResponderEliminarBueno, bueno, que tampoco llevas 57 años yendo a Mámoles, pero estoy seguro que también tú quieres a este pueblo, y la prueba de ello es que vas y ni te fijas en muchas cosas, simplemente estás ahí porque es Mámoles y lo quieres, como también quieres a sus gentes, que lo noto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pedro
Estaría bien hacer un llamamiento a personas para ir a vivir al pueblo así no quedaría vacío como muchos pueblos yo estaría interesada en ir a vivir hay con tres niños. Un saludo
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