"Dedicado especialmente a mi primo, Manuel González Fernández, y a su padre, mi tío Manolo, porque siempre son fieles al amor que les alimenta: Las raices de su pueblo, el nuestro, Cadalso de los Vidrios."
En mi adolescencia los inviernos cadalseños eran
duros y helados. La verde y delicada locomotora de la primavera me sacaba de
ese túnel largo y oscuro provocándome un alborozo interior que por entonces no
alcanzaba a saborear adecuadamente. Recuerdo en serenas noches primaverales
como mi padre me mostraba el claroscuro del cielo y la iluminación de las
estrellas, las distinguía al primer golpe de vista por sus formas y su
situación allá arriba, jamás por sus nombres, ¡cosas de las gentes del campo!
Él me enseñó a mirar todo lo que me rodeaba con un entusiasmo que aún hoy, a
veces, recupero emocionado. En Cadalso y rodeado de ingenuidad y primavera por
todas partes, residía todo lo pequeño y entrañable. Únicamente allí habitaban los
pájaros, las plantas, las casas, las personas, los animales e, incluso, las
miradas más hermosas. Todo lo que no moraba allí se me antojaba enorme e
inaccesible, perteneciente a un mundo distante y desconocido que me producía
desazón.
Todo
un mundo de sensaciones placenteras se citan conmigo y me convocan a mi cosmos
personal. Es una savia nueva que se genera y como tal existencia que comienza sólo
trae alegrías que saboreo con renovada fruición. También mi vida comienza otra
vez: hago planes, perfilo ilusiones, desempolvo esperanzas y me lanzo al
contacto confiado de ese mundo que en muchas ocasiones creo que existe y que en
otras me parece que es una configuración mental. Pienso que merece la pena
intentarlo de nuevo porque lo extraordinario reside precisamente en ese
intento. Es un juego de amor y soledad que practico sobre ese puente suspendido
que separa los extremos de un abismo; a un lado está la felicidad al otro la
melancolía. Es la vida desnuda de cualquiera de nosotros con su precipicio y
todo...
Mi tío Manolo cogía la bicicleta e iba a buscar las
medicinas y el pelargón a las farmacias de San Martín y Cenicientos cuando en
Cadalso faltaban y que yo, que era un niño muy esmirriado, necesitaba. Él
también fue el que me enseñó “de reloj”, a saber la hora… Qué cosas, verdad
Pedro. Cualquier cosa era antes para nosotros como acontecimientos bellos e
irrepetibles. Y, por supuesto, inolvidables. ¡Cuánto lo recuerdo!
Miguel MORENO
GONZÁLEZ
Fotos: Miguel Moreno
hoy estoi muy agradecido a mi primo miguel por esta dedicatoria y a teneis al verdadero manolo el nacho y que nos dure muchos años muy cracias primo nos vemos en cadalso
ResponderEliminarQue bonito mantener en el recuerdo enseñanzas y detalles de los seres queridos, como en este caso de tu tío.
ResponderEliminarEs cierto que lo recibido de nuestros mayores siempre no llenará de momentos gratos la vida, es cierto que a su lado siempre nos sentimos protegidos, es cierto que ellos lo son todo para nosotros, es todo tan cierto como que sin ellos o sus recuerdos no somos nada.
ResponderEliminarUn abrazo a los Nachos.
Zorro Corredero
que bonito mi pueblo bajo la lluvia pero esta semana santa un poco cansados de tanta agua hoy en el hornazo creo que no llueve espero que mi familia los doloroso en compañia de mi primo antonio hachero se lo esten pasando bien un saludo para todos los cadalseños no te visto por cadalso miguel te debo una caña un saludo tambien para ti pedro de corazon de parte de los nachos
ResponderEliminarUn saludo para toda la familia de los "Nachos", y gracias de nuevo por seguir al Zorro Corredero.
ResponderEliminarUn abrazo
Pedro
El tío Manolo y su familia simplemente geniales. Desde que entraron en mi vida han formado parte muy especial de ella, de la de Mariano ya lo eran.Quiero darles las gracias por querernos. Para nosotros son lo más. Deseo que no dejen de querernos nunca, porque nosotros nunca lo haremos. Inma.
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