lunes, 7 de noviembre de 2011
La Laguna.
Es otoño, los huertos ya van quedando sin verduras y hortalizas, las frutas hace tiempo que se acabaron y el frío que está a la vuelta de la esquina acabará con lo poco que aún se mantiene vivo. Pero siempre quedan esas fuentes de energía que a pesar del frío aguanta hasta bien entrado el invierno o incluso se adapta a él.
Lechugas, repollos, escarolas e incluso acelgas se pueden ver en este huerto de la Laguna que Andrés cuida con todo cariño y esmero y que gracias a ello le produce una buena cosecha de frescos alimentos que durante todo el verano y gran parte del otoño le han servido para prepararse unos buenos platos de ensaladas y que como todo lo que cada unos siembra, que siempre son los mejores, estoy seguro que le sabrá a gloria.
Atrás quedaron los tomates, pepinos, melones, pimientos y demás exquisiteces, ahora solo el calor del invernadero mantiene estos últimos tomates, calor y tomates que he probado en esta visita a la Laguna y que si tuviera que elegir no dudaría por los sabrosos tomates ya que el calor del invernadero era insoportable y más al principio donde se empañó hasta el objetivo por la humedad, luego parece que dejar la puerta fue suficiente para hacer el lugar más placentero, no solo para el objetivo, que conste.
Es la magia de la naturaleza que siempre nos da algo que cultivar sea la época que sea, y como prueba aquí tenéis estas imágenes también mágicas que nos harán disfrutar al menos con el sentido de la vista.
Saborear unos tomates directamente de la mata al paladar, llevarse a la boca esa raja de melón de un dulce imponente y charlar con buenos amigos de la vida y de Cadalso en unos de los lugares más atractivos de nuestro pueblo es algo que te llena por fuera y por dentro, que te atrapa en el deambular de la vida diaria que hoy nos toca vivir, es sentirse integrado en el lugar y convertirse en parte de él y esto según corren los tiempos ya es mucho, al menos para mi.
Sin darnos cuenta el tiempo ha pasado, como también ha pasado el hambre y ahora a pesar de no querer abandonar el lugar tenemos que recoger y volver pero no sin antes echar un vistazo arriba para observar los cortados graníticos de el Risco del Grajal que durante todo este tiempo nos ha estado acompañando igual que lo viene haciendo desde hace miles de años en este entrañable y fresco lugar de nuestro querido Valle del Tórtolas.
La laguna se encuentra en el camino de la Casa Tablas y toma este nombre por la gran balsa de agua que en los inviernos más lluviosos se forma en este lugar junto al arroyo Tórtolas.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Que buena pinta tiene todo, espero probar los repollos, je,je
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