Se cree que los primeros viñedos que aparecen en las comarcas madrileñas como consecuencia directa de la romanización fueron los de Cadalso, al oeste lindando con Ávila y los de Arganda del Rey, Alcalá, Barajas y Vallecas en el este.
Cadalso fue conquistado en el siglo II a.C. por los pretores romanos Quinto Fluvio Flaco y Marco Fluvio, cuando pasaron por Cadalso camino de Segovia.
Aunque de esta época y sus conquistadores no quedan vestigios, dicen que existió un anfiteatro romano que aún no ha sido localizado ni siquiera sus restos, lo que si es casi seguro que los romanos fueron los primeros en cultivar las vides en Cadalso y en toda la zona, incluyendo San Martín y Cenicientos. De hecho los famosos Toros de Guisando se encontraron dentro de una viña, y aunque todavía hoy se sigue discutiendo por su origen ibérico o fenicio, lo que si esta asegurado es la presencia de los romanos en la zona por las inscripciones que alguno de estos toros llevan grabadas.
Durante el periodo visigodo se sabe que les cepas heredadas eran cuidadas por los eremitas que se refugiaron en los alrededores de los templos cristianos, como la iglesia parroquial de Santa Ana en Cadalso y las pequeñas y humildes iglesias de San Martín, de las cuales recibió parece ser el nombre de Val de las Siete Iglesias, dado que en este periodo Cadalso y San Martín eran paso obligado de Ávila a Toledo, donde en este último tenía instalada su Corte el rey Recaredo.
Con la invasión musulmana la vid perdió importancia ya que su religión les prohibía el consumo de vino, pero fueron ellos los primeros en plantar las parras en sus “almunias”, donde también incorporaron las norias y los huertos en las zonas abundantes en agua.
El viñedo fue desapareciendo y aumentando las parras ya que los musulmanes las cuidaban con esmero para abastecerse de uva de mesa, fruta ésta por la que sentían gran atracción. Una uva muy apreciada era el albillo, variedad de uva blanca de remotos orígenes y que según parece los musulmanes cultivaron para el consumo como fruta al estar prohibido el vino por motivos religiosos.
También los conventos han tenido una íntima relación con el vino y todos poseían viñedos para su consumo como fruta y vino, entre ellos el de Ntra. Sra de los Ángeles en Cadalso, que se encontraba situado al oeste de los jardines del palacio, hoy totalmente desaparecido, el de Santa María la Real de Valdeiglesias y el de Guisando.
Antigua banasta ( Museo Etnológico de Cadalso "Casa Corredera") utilizada para acarrear la uva en vendimias.
En el siglo XVI España estaba dividida en dieciocho regiones vitivinícolas, Cadalso se encontraba en la once junto a Navalcarnero, Villa del Prado, Almorox y todo el norte de Toledo, y es en esta época cuando las viñas y el vino comienzan a adquirir importancia y como consecuencia de este aumento de las viñas aparecen oficios relacionados con ellas como son los pellejeros, boteros y toneleros que en Madrid tenían su cuartel general en la Cava Baja, lugar muy frecuentado por todo tipo de artesanos y por lugareños de todos los pueblos de Madrid y alrededores, costumbre esta que se ha mantenido hasta los años sesenta del pasado siglo.
A principios del siglo XX todas las comarcas madrileñas sufrieron un gran deterioro, desapareciendo prácticamente la totalidad de las variedades que en el siglo XVI fueron la base de los históricos vinos, la filoxera fue la causante de todo, y apenas unas pocas variedades aguantaron, entre ellas la garnacha y el albillo en Cadalso y San Martín y la malvar en el sureste de Madrid.
Uvas de garnacha en el Coto.
En el siglo XVI San Martín fue el primer exportador de vino de la provincia de Madrid, sus caldos que integraban los de Cadalso y Cenicientos se comercializaban en Ávila y Segovia, teniendo gran aceptación no sólo en España ya que en Inglaterra se decía que el vino de San Martín era uno de los mejores de España y también por esa época se sabe que los vinos de Cadalso se vendían en las farmacias de Italia como reconstituyentes.
Una copla que cantaban los arrieros que atravesaban las sierras camino de Ávila esta recogida en el Diccionario de Vergara y dice así:
“En las Rosas hay buen vino;
en San Martín, las bodegas,
y en Cadalso de los Vidrios,
soplones a boca llena”.
La última estrofa se refiere a los vidrieros que trabajaban en las fábricas de Cadalso.
Albillo de el Molinillo.
Hasta finales del XVII estuvieron de moda los caldos de Cadalso y San Martín, compitiendo con los de Fuencarral en las mesas de los nobles y en las tabernas.
“Vino de San Martín, guardado en Ávila vale más que un florín” dicho que el pueblo repetía por la excelente vejez del vino.
En los siglos XVII y XVIII los vinos entraban a Madrid por cinco puertas diferentes, los de San Martín, Cadalso y Cenicientos entraban por la Puerta de la Vega que se encontraba muy cerca de la Puerta de Segovia y que durante años fue la puerta de entrada para continuar por Puerta Cerrada, Calle de Toledo y Cava de San Miguel. Al destruir la Puerta de Segovia en 1852 la entrada del vino de nuestra zona se hacía por la puerta de la Vega y la cuesta del mismo nombre.
Modernos capachos que sustituyeron a las banastas, con uva de la Medialegua.
En el siglo XIX San Martín, Cadalso, Cenicientos, Villa del Prado y Navas del Rey, elaboraron 49000 arrobas de vino y 2600 de aguardiente, con esta cantidad mantuvo un mercado fiel en el que eran muy apreciados los vinos claretes, y donde la uva de albillo ponía una rúbrica de calidad. En esta época aparecen tabernas famosas en Madrid como Casa Paco en Puerta Cerrada, Juan Lepre en la hoy calle Echegaray, el Mesón del Segoviano en la Cava Baja, donde se expendían vinos de la provincia y se colocaban carteles con la procedencia; “Vinos de Cadalso”, “Vinos de Navalcarnero”…..y es en este tiempo a finales del XIX cuando aparecen las primeras tabernas en Cadalso y que se mantuvieron activas durante gran parte del siglo XX. Hasta los años 60 , 70 existieron en Cadalso las tabernas del “Tio Cubilla”, Juanito, Margarit, Natalio, La Estrecha, Salustia y alguna más que tal vez yo no haya conocido, todas menos la de Salustia que se encontraba en el Testero, estaban en la calle Real y Plaza y durante muchos años fueron el lugar donde cadalseños y visitantes degustaban los vinos de Cadalso , pisados y fermentados en las propias bodegas de los dueños de las tabernas.
Esta es una pequeña historia sobre el vino de Cadalso pero que también sirve para todos los pueblos de la zona, especialmente San Martín y Cenicientos.
Vino de albillo elaborado en pitarra.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso
Interesante documento sobre el vino de Cadalso y alrededores con datos que desconocía.
ResponderEliminarBuena información y como siempre excelentes fotos.
JL
Pedro Alfonso muy bonitas las Tinajas de Cadaso de los vidrios buenos días
ResponderEliminarAgustin Capitan Sanchez
EL ALBILLO DE CADALSO DE LOS VIDRIOS
ResponderEliminarEl pálido áureo de oro
eclosionando en la viña,
es crisol de la campiña
y en Cadalso es un tesoro.
Crepitar dulce y sonoro,
néctar del fruto amarillo
al que liba el pajarillo,
y una vez llevado a casa
se saborea y se amasa
placer con uva de albillo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
HEREDEROS DEL LEGADO
ResponderEliminarHerederos del legado
viñador en tradición,
tenemos la obligación
de cuidar de lo heredado.
Se nos dejó encomendado
por nuestros antecesores,
y de ellos somos deudores
del cuidado de las viñas,
que otrora fueron campiñas
y el lar de nuestros mayores.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LEYENDAS DE CENICIENTOS
ResponderEliminarLas hadas del viñedo
Lares del viñedo que hogar fue de hadas,
tiempos lejanos de cepas remoto,
echado en olvido su ayer ignoto
perduran cual libélulas aladas.
Vientos áureos brisas perfumadas
ellas trajeron y flores de loto,
más el dios Baco del vino devoto
con cepas de Olimpia por Zeus creadas.
Tierra eligieron clavaron la pica
de un primer barbado injerto de cepa,
sudor y ayuda de los elementos
que a la vid sustenta y la dulcifica,
y es en dulzura ubérrima que trepa
la uva en los viñedos de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
RACIMOS ARRACIMADOS
ResponderEliminarEl racimo arracimado
colma sacos y serones,
e iba formando montones
uva a uva fragmentado.
Sobre el suelo embaldosado
los recibía Ciriaco;
volcaba serón y saco
e inundaba a la bodega
de las uvas que le entrega
el mismísimo dios Baco.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA BODEGA DE CENICIENTOS
ResponderEliminarCon el tiempo esta pátina ha curtido
las piedras que ennegrecen la fachada
y expande olor del mosto en oleada
del vino que fermenta adormecido.
Bodega que en vejez ha encanecido
acogiendo a toda uva enamorada
que traía el serón la esposa amada
al tálamo del cono su marido.
Y a sus puertas hervía un torbellino
y de cargas un mar en oleaje
disputando la mula y el pollino
en pugna por la fila del pesaje
de racimos que han hecho a nuestro vino
vinícolas raíces del paisaje.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA VENDIMIA DE LOS NIÑOS JORNALEROS
ResponderEliminarImpúberes argonautas
sobre las cepas esbeltas,
las navajas cortan sueltas
de los infantiles nautas.
Sin chirimías ni flautas
en busca del vellocino
del oro del tinto vino,
de las cepas el racimo
nos daba el valor y animo
de forjar nuestro destino.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LAS VENDIMIAS EN CENICIENTOS
ResponderEliminarCenicientos en revuelo
de ardor y de actividad
al brotar la claridad,
y el alba surgir del cielo.
Los cascos hiriendo el suelo,
y las ruedas de los carros
atascándose en los barros,
de embarradas carreteras
en las jornadas enteras
de los racimos bizarros.
Aquello era natural,
el esplendor de las viñas,
las bien cuidadas campiñas
y el bucólico rural.
Y ganaban el jornal,
cuadrillas de jornaleros
que no fueron herederos
y quienes fuimos sus hijos
ganábamos el pan fijos
para días venideros.
Los racimos en serones,
llevando el néctar de Baco
y lleno el cesto y el saco
exudando exudaciones.
Voces, risas y canciones,
poblaban las dos labranzas
con los cantos y romanzas
de alegres vendimiadores
con sus cantos precursores
de sus sueños y esperanzas.
Navalaviga en la cresta
frente al Cerro de San Pablo,
de aquel tiempo de que os hablo
me impulsaba por su cuesta.
De mimbre era mi cesta
y ya en Orilla Moral
gané mi primer jornal,
vendimiando en un barranco
donde había un canto blanco
y un gran pozo con brocal.
El campo tintado en gente
y tintados por el mosto,
solariego cual agosto
o con frío de repente.
La vendimia es siempre urgente
se corta uva en la Dehesa
por el Juncar no se cesa,
cargan mulas y borricos
activos pobres y ricos
volcados sobre su empresa.
Ya en la bodega las cargas
a hombros de los pisadores,
con sus albarcas motores
de pisadas y descargas.
Vendimias dulces y amargas,
y el húngaro y su bodega
aguardaba allí la entrega
de viñadores modestos,
en el cobro siempre prestos
si necesidad se alega.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
"Si es o no invención moderna
ResponderEliminarvive Dios que no lo sé,
pero delicada fue
la invención de la taberna".
Baltasar de Alcazar
Precioso Pedro como siempre nos viene bien saber más Historia sobre Cadaldo me encanta GRACIAS PEDRO
ResponderEliminarEulalia Alvarez Navarro
Gracias Pedro, me encanta leer lo que escribes y aprender de ello
ResponderEliminarCarmen Sanchez Colino