CUADRAGÉSIMO QUINTO ANIVERSARIO, por Miguel Moreno.

 CUADRAGÉSIMO QUINTO ANIVERSARIO

Nos casamos en la iglesia de La Paloma madrileña. A mi mujer le hacía muchísima ilusión que así fuera porque las palomas siempre son fieles a sus parejas, ven a una distancia de 40 Km. y son capaces de volar siempre rectas en la vida y en el amor. Ocurrió el 26-06-1980, tarde de jueves (curiosamente hoy que cumplimos 45 años de casados también es jueves). Su llegada a la explanada que daba a la entrada del templo (extramuros calle Toledo madrileña) se hizo esperar bajo una sofoquina considerable. Llegó muy guapa (sigue siéndolo), risueña y feliz ganando adeptos frente a mi expresión circunspecta. Todo lo preparamos en un mes para irnos enseguida a trabajar a la Embajada de España en Argel.

Partimos esperanzados -después de siete días pasados en Cadalso- a nuestro viaje de novios que consistió en ir a trabajar a un país ignoto, peligroso y muy diferente a lo que hasta entonces habíamos conocido. Resultó ser una experiencia dura pero enriquecedora. El tiempo nos descubrió que no hay mejor medicina para las parejas que compartir su vida y su destino lejos de cualquier influencia que les afecte. Nada es más sensato que adaptarse humildemente el uno al otro para llegar a ese punto de equilibrio óptimo que proporciona la soportable convivencia.

Atamos nuestros destinos contando 22 años Paloma y servidor 24. He de reconocer que fui yo el que ganó más en el envite. Tengo obvias y prolijas razones ya relacionadas en algún que otro escritito. Además, son tan evidentes que no merece la pena enumerarlas para no salir perjudicado en tan desigual comparación. Es hermoso percibir que a pesar de las transformaciones que el tiempo ha ido causando en nuestras mentes y en nuestros físicos seguimos felizmente anudados el uno al otro. Es conmovedor comprobar juntos la mutua decrepitud (yo me entiendo). Aquellas pieles que antes estaban tersas y férreamente unidas a la carne hoy están desprendidas, fofas, llenas de manchas como jeroglíficos que hablan de años y experiencias. En cambio, afortunadamente, nuestros corazones siguen fuertes en la admiración y el amor mutuo, relacionándose comprensivos, respetuosos y sosegados.

El ser humano está en permanente contradicción evolutiva. Me place pensar que la nuestra ha sido fruto de la reflexión sincera y compartida y no del interés bastardo e interesado. Que hemos intentado compartir nuestra felicidad con los demás procurando ser todos un poco mejores. Somos muy afortunados porque hemos tenido a nuestro alrededor personas muy valiosas. Muchos ya se fueron. Será gratificante que cuando también lo hagamos nosotros nuestros hijos, Miguel y Berta, y nuestros nietos, Moisés y Daniel, nos recuerden como dos seres humanos que pensaron que la felicidad está en las cosas humildes de la vida y que echar en falta es tan importante como la salud, la imaginación y el conocimiento. La muerte acabará con nosotros pero no con nuestro sentir. Cuarenta y cinco años de estar juntos esta tarde se han cumplido...   

    

                                                                          Miguel MORENO GONZÁLEZ