En la Sangre ya no hay color.
Hubo un tiempo en el que este conocido y añorado espacio cadalseño, bullía en verano y casi en todo el año, hubo un tiempo donde La Sangre era el lugar de reunión, de alterne, de fiesta, de terraza y de tantas cosas que sirvieron para que los cadalseños y cadalseñas, se sintieran unidos, felices y orgullosos de este pueblo llamado Cadalso. Más el tiempo, la vida y el destino, nos fue quitando los elementos que hacían de este lugar nuestro paraíso, y así casi sin darnos cuenta se fue el baile de verano de Cañardo, lugar de amores adolescentes, los puestos de Zoilo y la Vitoria, lugares de deseos de los infantes, los pubs, lugares de copas y secretos de madrugadas, se fue el Tropezon y su escueta para agradable terraza, y con ello las sardinas "escabechás" de Anita y las cortezas de Antonio, se fue el quiosco de Jose, sus pipas y aquellos primeros cigarros comprados de uno en uno, y en los últimos tiempos se nos ha ido Carabias y El Tilo, sus patatas alioli y la carne a la llurana, el hogar mi gran amigo Perico, el encuentro de nuestra infancia, de nuestros primeros amores y de tardes inmensas en el tiempo con una Coca Cola, una tónica, o un batido Cacaolat, y hasta el Nete también echo el cierre y con ellos se acabaron las hamburguesas y los perritos, menos mal que todavía resiste La Alegría de la Huerta y la discoteca Scargot, menos mal. Hoy pasar por la Sangre es muy triste, casi todo a oscuras y en silencio, aunque también es cierto que me asaltan los buenos recuerdos y las mejores palabras y saludos de alguien que siempre estuvo y ya no. Esto es lo que nos queda y con lo que tendremos que seguir viviendo, pero ocurra lo que ocurra ya nada será como antes.
Rosa Merchan
ResponderEliminarEl kiosco de toda mi vida
Se nota que nos vamos haciendo mayores y sentimos nostalgia de otros tiempos vividos. Pero Cadalso ya no es lo que ha sido. Vamos para atrás como los cangrejos.
ResponderEliminarManuel González Fernández
ResponderEliminarQue razón pedro yo se lo digo a mis hijos hoy peor que en los ochenta que tiempos el tilo el pub del rana mi prima vitoria con las chuches y más negocios ahora nada
Irène Nogal
EliminarManuel González Fernández El quiosco de la Vito 😍
Es una pena pero el tiempo es cruel aveces
EliminarMaria Luisa Conde López
ResponderEliminarYo viví muchos años feliz en hospitalillo
Maria Luisa Conde López
ResponderEliminarLo recuerdo con mucho cariño
Pilar Lopez Navarro
ResponderEliminarBuenos días Pedro, toda la razón
Fabiola Plaza Rodríguez
ResponderEliminarEl kiosco está ahí para explotarlo,igual que lo tuvo José se puede dar la oportunidad a otra persona que esté en igual situación no muerto de risa y deterioro...poder es querer
Jose Jose
ResponderEliminarEso lo pueden poner para los de la once así tienen un puesto fijo
EL JUEGO DEL MOCHO
ResponderEliminarIban el mocho y manilla
inmersos en cada mano,
aproximado el verano
en vísperas de la tilla.
¡ Qué diversión tan sencilla,
visto el juego en la distancia,
sin nadar en la abundancia,
metódico aprendizaje,
pertrechados de un bagaje
sin lujos en nuestra infancia.
Recuerdos de adolescencia
ResponderEliminary recuerdos de la infancia.
Nos asaltan con frecuencia
y aceptarlos con paciencia,
pues se acabó su lactancia.
Chelo Villarin Recio
ResponderEliminarPues si cuando Carabias, el kiosko de José, el hospitalillo también lo conocí. La huerta lo llamábamos, amig@s vamos para la huerta, se salía andar por la carretera de Madrid así decían, el pub del Rana, estaba muy bien la huerta
bueno está la casa cultural, la lavandería, una peluquería de hombres me han dicho lo qué era el bar de Veneno, y si vas para el médico, al día, pero no es cómo antes no tiene la vida qué tenía antes, mucho mejor antes
No creo que vuelva a ser como antes, nada se recupera en Cadalso.
ResponderEliminarMariano
ABC.ES
ResponderEliminarPau Gasol" La obesidad infantil es el gran elefante en la habitación"
LAS MERIENDAS DE MI NIÑEZ
El pan untado en aceite,
o con azúcar y vino,
o jamón de abrir camino
a una niñez sin afeite.
Las libras de chocolate
grueso y con sabor a tierra
de los años de posguerra
nos servían de acicate.
Y del pan eran canteros
de aquellos panes morenos
de trigos y no centenos
de los padres jornaleros.
En las orzas la matanza,
y colgados los chorizos
en los humildes chamizos
con atisbos de mudanza.
Sin muchachos panzurrales
que ahora llaman obesos,
los bocadillos de quesos
comidos por andurriales.
Y la carne de membrillo
con el pan y sus tarugos,
y también con los mendrugos
nos daban vigor y brillo.
Con patadas a un balón
con el chorizo en la mano,
en un vivir espartano
daba impulso al corazón´
Y las sardinas saladas
y mordiscos a los nabos,
y no dejar ni los rabos
del tomate en ensaladas.
Meriendas que en mi niñez
entre coruchos austeros
no oía estos desafueros,
¿o influyó mi candidez?
Las partículas agrícolas
ResponderEliminarle llegan a la Buvera.
Siendo fílmicas películas
que suben por la ladera.
Ay, Peña, Peña Buvera,
ResponderEliminarque contemplativa estás.
Quimérica en tu quimera
de ver por la carretera
coruchos a tu compás.
Elena Monfá Salgado
ResponderEliminarAsí es!! Ha pedido todo el color!!!
La dejadez y el abandono…en fin!!