“RICARDO
ARRUZA, ES DE CADALSO Y VIENE ARROLLANDO”
Este año se cumplen 20 desde que Ricardo Arruza se marchó al "Cadalso de Arriba". Yo le compuse el escritito "Ricardo Arruza es de Cadalso...", hace muchos años. Recuerdo que se lo leí por teléfono y llegado a un punto le oí llorar emocionado. Cuando murió le compuse el segundo "Ha muerto..." En ambos hago una semblanza de su trayectoria y de nuestra íntima relación amistosa. Ahora que se acercan nuestras fiestas y que se cumplen los 20 años de su óbito, creí interesante recordarle y con él a todo aquel tiempo que nos resulta tan familiar y cercano a los de nuestra generación.
Miguel Moreno
Ricardo
Arruza nació en Cadalso de los Vidrios (Madrid) al mismo tiempo que nacían sus
deseos de ser torero. Su padre tenía un bar donde paraban los toreros que iban
a tentar a la ganadería local de Ricardo Sáez. Él con sus pantaloncitos cortos
se quedaba absorto mirando a Paquito Muñoz, Juan Posada, Andrés Hernando… y
cuando quedaba a solas con su padre se iban al corral de la casa a emular a
aquellos toreros. Ahora desgraciadamente los niños ya no juegan al toro, ¿a qué
juegan ahora los niños? Por aquel entonces en Cadalso, como por otra parte en
todo el país, no se ataban los perros con longaniza y a Ricardito todo aquello
le pasaba desapercibido enfrascado como estaba en su ilusión de ser torero.
Su juventud coincidió con el desarrollismo
de los años 60, aquellos años del "Seat 600", "El
Cordobés", "El Dúo Dinámico", "Los Maletillas", y el
alborear de un maestro en el arte de lidiar toros, algo bohemio y loco como él,
de nombre Antonio Chenel Albadalejo y por apodo "Antoñete". Aquellos
años nos hicieron estragos en lo más íntimo de nuestra incipiente formación
humana y ya nunca pudimos recuperarnos.
Ricardo comenzó como un maletilla más y en
unión de su paisano y amigo Zoilo, recorrían las ganaderías locales de
"Parache", "Abad" y las de la Zona Centro, arriesgándose
libremente y a expensas de recibir alguna que otra paliza. Una noche su ilusión
llegó lejos y se atrevieron a torear al "toro padre" de Santiago
Abad, teniendo como testigos "Praocerrao" y el cielo estrellado
cadalseño… Y le pudo, ¡claro que le pudo!, le dio todos los pases que quiso a
aquel descendiente de la legendaria ganadería colmenareña de Vicente Martínez,
estirpe Parladé y de raíz Vistahermosa, los viejos aficionados recordarán al
toro "Diano" de esta ganadería que inmortalizara en un libro
delicioso D. Luis Fernández Salcedo. Pero esto no lo sabía Ricardo, él sólo
tenía metido en la cabeza el ser torero de los mejores y por eso no le
importaba el viajar engañado en un camión con cerdos en busca de un tentadero
que nunca existió, o hacer tapia en las ganaderías de Salamanca esperando
recoger las migajas que le dejara algún torero, o el hambre y el frío, que
antes hacía mucha más hambre y frío que ahora. Arruza terminaba siempre convenciendo
con su bondad a las telefonistas de los pueblos salmantinos para que le
comunicaran, cuando se enteraran, dónde era el próximo y auténtico tentadero.
Zoilo, compañero de Arruza
Cadalso se le quedó pequeño y marchó a
Madrid con una maleta de cartón piedra y mucha ilusión por todo capital.
Comenzó a trabajar en un bar por entonces muy taurino y que aún existe, Bar
Barahona, cerca de Manuel Becerra. Allí con los profesionales que pululaban
tenía ocasión de que le ofrecieran algo. Un día su jefe le mandó a comprar una
botella de ácido, por el camino se encontró con el matador segoviano Andrés
Hernando y otros toreros que le dijeron que iban a tentar a algunas ganaderías.
Sin pensárselo dos veces dejó la botella en un portal vecino y se fué con
ellos. Volvió seis días después al bar con la botella pero el dueño le dijo que
ya era un poco tarde, siempre acababa siendo tarde para Ricardo sin que él
supiera muy bien por qué... Pasó a otro bar en Conde de Casal y más tarde al
bar de la Facultad de Filosofía y Letras.
Después marchó a Barcelona con el mismo
capital que llevó a Madrid, allí vivió con un tío suyo que alentaba sus sueños.
Una tarde se armó de valor y dirigió sus pasos a la Monumental de Barcelona, en
el cartel: Diamante Negro, Mario Cabré y José Mª Martorell, por su cabeza
rondaba la idea resuelta de tirarse de espontáneo. Vio lidiar los cuatro
primeros toros y en el quinto saltó con unos pantalones bombachos que había
comprado en Las Ramblas para que al toro le resultara más difícil herirle... No
recuerda más que los resoplidos del toro y la arena que desplazaban sus pezuñas
clavándosele en la cara y el pelo. Le retiró la policía, él ya llevaba
preparadas las 500 pts. de multa, en comisaría le dijeron que ese gran artista
solidario y polifacético que toreaba aquella tarde, Mario Cabré, ya la había
pagado...
Debutó de luces en Trufios (Vizcaya) en el
año 1964, llegó a torear en total unos 70 espectáculos, de los cuales recuerda
con precisión lugares y fechas. Una vez le pregunté si todo aquello lo hacía
por dinero, totalmente convencido respondió: "Por encima de todo lo que yo
quería era ser un gran torero. Una de las pocas tardes de triunfo que tuve
corté dos orejas en Getafe y salí en hombros, aquel día no me hubiera cambiado
por nadie de este mundo".
En Cadalso se colocaron unos carteles con
su fotografía y la inscripción: "Ricardo Arruza. Es de Cadalso y viene
arrollando". Lo tengo muy grabado en mi memoria, sin embargo no llegó
nunca a debutar en su pueblo, los politiqueos de entonces se lo impidieron y eso que en alguna ocasión
colaboró con el matador retirado Bienvenido Luján en la organización de algún
festival para recaudar fondos que ayudasen a reformar la iglesia.
Viendo que no podía abrirse camino lo dejó
todo en el año 1972, se fué como llegó: ligero de equipaje; guarda en su cuerpo
tres cornadas que son tres medallas, una de ellas muy grave que recibió en
Villaviciosa de Odón (Madrid), con tan mala fortuna que al caer también se
fracturó la clavícula, le trasladaron en un Land Rover (antes no había ambulancias
en las plazas) al Sanatorio de Toreros, allí se encontró con el matador Agapito
García "Serranito", convaleciente de una cornada que le propinó en la
pierna un toro en Benidorm y que le
obligó a dejar el toreo cuando comenzaba a saborear la gloria.
Ricardo "Arruza" con Miguel y el picador José Alba Cotón, el día del Cristo de 1995
Ricardo Arruza no pudo cumplir su ilusión de tomar la alternativa, debutar en su pueblo y muchas otras cosas más que no todo el mundo sabría comprender porque no todo el mundo sabe soñar. Se casó con Montse en 1975, reformó su casa de la calle Real en la que su padre le enseñaba a torear, guardó en ella sus recuerdos taurinos que muestra a sus amigos cuando los lleva para hablar de toros mientras en el salón, con un mantel, da pases a un toro hermoso e imaginario, explicando dónde se debe citar, dónde embarcar y templar para después poder rematar adecuadamente con ese toque de muñeca que deje el toro preparado para ligar el siguiente pase: "¡Que ya no se torea con arreglo a los cánones ni de salón!”, sentencia entre eufórico y decepcionado.
Ahora, cuando parece que ya no vivimos con
los pies en el suelo, mando mi recuerdo emocionado y mi admiración a todos los
toreros que como Ricardo se quedaron en el camino, acaso por cometer el hermoso
pecado de soñar en un tiempo en que casi todo invitaba a la pesadilla.
Miguel
MORENO GONZÁLEZ