Un paseo entre pinos, abedules, acebos y tejos.
Con el Abedular de Canencia comienza una serie de entradas para conocer algunos de los bosques más emblemáticos y didácticos de nuestro entorno más cercano. Este abedular se localiza en la vertiente norte del Puerto de Canencia. El recorrido se realiza por una senda ecológica que recorre la ladera de Mojonavalle, internándose en una umbría donde el pinar es el protagonista en un principio, para después llegar hasta el arroyo Sestil del Maíllo, que cae por una vertical pared de piedra formando una gran cascada, este vez nada caudalosa.
A partir de esta cascada el arroyo desciende ladera abajo entre abedules, tejos, pinos y acebos, pero es justo aquí donde el abedular es más intenso llenando el entorno de color otoñal.
La distancia a recorrer no supera los 8 km, por lo que es recomendable para todo tipo de personas y más para realizar con niños, el tiempo que podemos tardar es más orientativo que otra cosa, ta que lo normal serían unas dos horas, pero dado la belleza del espacio a recorrer y al tiempo que se pierde en realizar fotos, porque aquí lo más interesante, además de conocer los distintos tipos de árboles que pueblan la ladera, es realizar fotos, jugando con la cámara y con los encuadres.
La marcha es circular, lo cual facilita mucho la visita, ya que podemos dejar el coche en el punto de partida, al principio discurre por una amplia pista sin coches y el resto por un sendero. La dificultad es baja, apenas se ascienden unos 200 metros de desnivel en todo el recorrido. La mejor época para visitar el abedular es el otoño, pero también en otras estaciones reúne suficiente belleza para hacer una visita.
En otoño el abedular de Canencia es un regalo de la naturaleza en forma de troncos plateados y hojas de color ocre, un lugar mágico como se dice ahora, donde disfrutaremos no sólo del pinar y el abedular, también de grandes robles, serbales, tejos, sauces, acebos, fresnos y álamos que aprovechan la humedad de la umbría de la ladera de Mojonavalle para desarrollarse, especialmente los acebos y tejos, que aunque más propios de climas fríos, adaptados a largos inviernos, en la Sierra de Guadarrama escogen las zonas de umbrías y vaguadas donde la humedad es mayor y el sol calienta menos.
Y para terminar la jornada nada mejor que visitar el pueblo serrano de Canencia, recorrer sus calles y tomar algo en alguno de los bares que existen, o sentarse a la mesa en algún restaurante, sin prisas, y disfrutar de las buenas carnes de estas tierras.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso