A Pedrín, que siempre estará en San Antón y en el campo cadalseño
El campo de Cadalso hoy está triste, el campo de Cadalso se ha quedado sin uno de sus mejores bienhechores, todo se inunda hoy en los recuerdos de una persona que siempre estuvo ligada al campo cadalseño, que cada día tomaba la senda de la Sierra, Tórtolas o Lanchalices para dibujar a golpe de vertedera el nuevo ciclo de cada año de labor.
Flotaban los castaños y los pinos y los robles y el ruido de la vertedera se expandía por toda la viña, las voces acompasadas para guiar a la mula y el resoplar de la caballería y su guía, se mezclaban con la humedad y la escarcha de los fríos días invernales de Cadalso.
Suspiros inquietos que contenían el escalofrío de la soledad y la entrega, del amor al campo y al trabajo bien realizado, instantes de la vida de Pedrín que a cada labor decoraba un campo lleno de simientes lejanas y costumbres heredadas.
Anoche la tarde otoñal fue tranquila y templada en San Antón, las gentes subían y bajaban en sus quehaceres diarios, todo resultaba humano y cadalseño, como cualquier tarde-noche de las muchas que los años y los siglos han sabido entregarnos a los sanantoneros y a todos los cadalseños-as, si, era un día como cualquier otro, pero la noche se iba a convertir en la aliada de la muerte, y así de sopetón vino y se llevo a Pedrín, el jornalero eficiente, el hombre que acariciaba las cepas y plasmaba líneas inmensamente rectas en la tierra con su arado de vertedera, el cadalseño que siempre será recordado por ser uno de los últimos aradores del campo con caballería, por ser un hombre de enorme entrega, y todo un personaje de la vida de este pequeño pero a la vez inmenso pueblo que todos formamos.
Sus patillas eran muy conocidas, como también lo era su costumbre de afeitárselas para el día del Cristo, no digamos su pasión por el Español, equipo al que Pedrín quería y animaba sin que nadie supiéramos por qué. Muchos fueron los años en los que Pedrín, la mula y el borrico formaron una composición ya casi del pasado, muchos los momentos de duro trabajo con Balta, el panadero, con el que estuve tantos años trabajando, muchas las pasiones y bromas que siempre despertaba y muchos recuerdos de sus últimos años sin apenas salir de su querido San Antón, de sus cortos paseos, de la piedra donde siempre encontraba reposo, de esa mula que compartía con su hermano y que todavía hoy podemos ver para deleite de nuestro intimo pasado “traba” en los campos se acercan a San Antón.
Han sido muchos los encuentros que a lo largo de la vida he tenido con Pedrín, en el campo, en el Tropezón, en el corral del tío Balta y en su bajar y subir para comprar la comida y el pan. En todos ellos siempre hubo un saludo cariñoso e intimo, conversaciones cortas, él era de pocas palabras, y todavía menos de fotos. Recuerdo no hace muchos días que lo encontré sentado en la piedra que él acostumbraba a visitar, le dije que le quería hacer una foto, y la respuesta fue contundente…”déjame a mí de fotos, yo ya estoy muy visto”. Pero en alguna ocasión si tuve la oportunidad de fotografiarle con su consentimiento, ahora se me vienen un par de veces, una en la Plazoleta, lo que ahora se llama Plaza del Dr. Fleming o del hogar. En aquella ocasión como en casi todas iba acompañado de su mula y su borrico, alforjas al hombro y siempre andando delante controlando el ramal. Otra vez salía a la carretera del Pilar desde Lanchalices donde había estado arando, nuestras miradas se cruzaron, hubo un corto saludo y un par de fotos en las que no puso mucho interés, como casi siempre.
Adiós Pedrín, todos los que alguna vez convivimos contigo en esta tierra que nos ha visto nacer te echaremos de menos, sentiremos tu presencia y tu imagen, pero quién más notará tu ausencia será tu hermano, tu barrio, tu piedra, y desde luego el campo cadalseño y sus sarmientos que no volverá a sentir las caricias de tus tijeras de podar, los racimos de uvas que se sentirán vacios sin el corte de tu corva, la tierra que durante tantos años nos dio trabajo y de vivir y que ya no notará el paso suave del arado en cada surco, porque tú, amigo Pedrín, no arabas, lo que tú hacías era dibujar con la vertedera.
Ahora desde Cadalso de Arriba sólo tendrás que asomarte un poco para ver la viña de Tórtolas o de la Sierra que llorarán tu ausencia, sólo tendrás que dejar llevar tu alma unos metros para estar de nuevo en tu barrio, porque a pesar de tu usencia seguirás vivo en mi recuerdo y en el de tantos cadalseños-as que siempre te han querido y admirado.
Un abrazo y hasta siempre.
Pedro Hernández Calvo
1942
+ 16.12.2015
Pedro "Zorro Corredero"
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso