Cada día son muchas las horas que Mariano dedica a entrenar, horas y horas de duro trabajo para conseguir acoplarse a sus caballos de tal manera que al final, caballo y jinete sean uno solo, y en esta compenetración es donde radica la técnica del buen hacer, la belleza de este toreo y el arte que brota al aunar todas estas fuentes de esfuerzo, técnica y trabajo.
Sus caballos no necesitan presentación y ya han demostrado en muchas plazas su valía y sabiduría para saber estar delante de un toro y triunfar muchas tardes junto a ese experto jinete y torero a caballo que es Mariano Rojo.
Pasar unas horas en la finca Las Erillas, donde Mariano y sus caballos entrenan, es algo que te llena de muchas cosas, la primera de orgullo por tener en Cadalso y entre nosotros a una gran persona y un excelente torero que a medida que vas conociendo te va introduciendo en su mundo y en sus pensamientos a través de una conversación lenta y pausada, no es Mariano muy hablador o al menos a mi me lo ha parecido, pero aunque parco en palabras sabe quién es, donde está y a donde quiere llegar, y esto ya es más que suficiente para triunfar.
Verle cabalgar con esa soltura y elegancia que sólo se consigue tras muchos años de trabajo y compenetración, es algo maravilloso que te embarga y te aisla de todo lo que ocurre alrededor. Las horas pasan y embobado no puedo dejar de disparar fotos y fotos, de sentirme por unos momentos parte de esta cultura tan arraigada en España desde hace muchos años, y que se viene denominando rejoneo, aunque a Mariano se que le gusta más definirlo como toreo a caballo.
Y ahí siempre ahí, esta su padre que desde fuera le corrige, anima y nunca le deja solo, es muy difícil hablar de Mariano y no hablar de su padre que desde el primer día está a su lado y le acompaña por todas esas plazas en las que torea, que sufre con él cada tarde y cada faena, unas llenas de triunfo y alegría y otras de desesperación por no salir las cosas como ellos quisieran y desesperarse por la mala embestida del toro, por el mal estado de la arena, por el tiempo y la poca acogida del público y hasta por uno mismo que no todos los días tiene la misma suerte y ganas, que en esto del toreo son tantas las cosas que deben concurrir para triunfar que a veces todo se viene abajo por unos momentos, porque cuando se lleva la afición y el arte en las venas sólo bastan unos minutos para volver a estar arriba y sentir de nuevo la alegría del triunfo, y la satisfacción interna de los aplausos de ese gran público entregado por el bien hacer del torero.
La plaza y el toro que le sirven para entrenar, son parte de la vida de este torero, y aunque algo monótono, Mariano se supera cada día, fuerzas y ganas no le faltan para enfrentarse a ese manso que más que embestir persigue al caballo, pero que cumple y muy bien con su función, que no es otra que la de acostumbrar al caballo a sentirse seguro delante del toro.
Cadalso tiene un torero y pienso que los cadalseños lo saben y le aprecian, aunque debo decir que en los últimos años y por motivos que desconozco no ha tenido una buena acogida por parte de los responsables que cada año organizan los festejos que se celebran en la feria del Cristo, espero que este año se lo tomen en serio y todos podamos ver a Mariano toreando en su pueblo ante sus paisanos para satisfacción y orgullo de todos.
Zorro Corredero
Fotos: Archivo Fotográfico Pedro Alfonso